EL ARMA DE INTELIGENCIA Y EL HOMBRE
El mundo se ha convertido en una gran comunidad que puede verse delimitada por la distancia, las
fronteras, el idioma y la cultura, pero esa comunidad mundial se encuentra íntimamente integrada, por los esfuerzos combinados para alcanzar los intereses comunes que benefician a todos por igual, por la mutua y desprendida cooperación de buena voluntad entre los países integrantes y por la solidaridad que los caracteriza.
Los países se integran por la capacidad de entenderse, de crear planes y estrategias que les permitan enfrentar amenazas comunes e incluso preverlas en el beneficio particular o en beneficio de esa gran comunidad a la que todos pertenecemos. Ante el estado actual de orden mundial, un nuevo enemigo acecha, se organiza, se expande y trata de permear nuestra organización de Estado constitucional e institucional, caracterizado por la organización, el apego a la legislación y los acuerdos internacionales que garantizan la convivencia pacífica y armoniosa entre los pueblos, esa amenaza es el crimen organizado que en cualquiera de sus manifestaciones nos afecta a todos y a algunos en grado sumo.
Ante la prácticamente desaparición de la amenaza bélica de Estado contra Estado, las organizaciones militares garantes de las soberanías se encuentran en un estado metódicamente pasivo en cuanto a su intensa operatividad que las caracterizó en los ya casi lejanos años de la guerra fría. En nuestros días esa actividad de alerta y labor permanente, ha recaído en las organizaciones especializadas de la inteligencia, conformada por hombres y mujeres que cada día se preocupan más por elevar sus niveles de profesionalización, a fin de que se facilite y se haga más fluida la gestión de obtener y confirmar la información que pueda convertirse en inteligencia y ser un aporte oportuno y de valor para el consumidor final, quien toma las decisiones y selecciona el mejor curso de acción para prevenir, evitar, mitigar los efectos o responder a la amenaza.
Es la inteligencia, que genera la alerta veraz temprana que permite conservar y fortalecer el estado de orden y paz en que nos encontramos; nunca antes como en los nuevos tiempos la inteligencia a jugado un papel tan preponderante en los Estados del mundo, ni esta había sido tan compartida como elemento de apoyo a favor de un país hermano.
La tecnología avanzada es ante los ojos de un apasionado o de un neófito, tal vez la más importante de las herramientas de la inteligencia, también lo sería la capacidad de un individuo de accesar a todo tipo de instrumento de comunicación de voz, data y video, que es el sueño de quien se interesa o estudia la actividad de la inteligencia como instrumento del Estado; tener a la mano los “ojos” oportunos y sin obstáculos de un satélite, puede entenderse como la panacea de la inteligencia, a un nivel tal que la presencia humana es prescindible, nada más lejano de la realidad, porque no importando lo complejo, amplio, alcance y eficiencia de las herramientas tecnológicas, nunca estas serán realmente eficientes, oportunas y veraces si no cuentan con el manejo operativo del hombre o de la mujer capaz, entrenado y fuertemente formado por el principio de la profesionalidad y los valores morales y éticos imprescindibles en todo aquel ser humano que tenga como actividad la inteligencia, bien sea en el servicio privado o el más delicado, dedicado y necesario, el que da ese servicio al Estado.
No existe la formula que pueda separar al humano de la ecuación de la inteligencia, no importa el
equipo ni los recursos de que se disponga, el hombre moral y profesional es la herramienta por
excelencia de la inteligencia, es su intelecto su mayor activo, es su capacidad de análisis la plataforma que le permite, como al personaje bíblico Samuel, de escuchar donde los demás son sordos; son su dedicación, voluntad y sacrificio la fuerza motora que le permite laborar incansablemente en todo lugar y circunstancia a favor de verificar la información, pero es su discreción la marca indeleble de la lealtad que le impide manejar la inteligencia producida como un bien personal, siempre será ese producto para el uso exclusivo del consumidor final; esas virtudes, capacidades, principios y valores son los dotes que nunca podrá suministrar la tecnología, porque esta se maneja por claves y no por virtudes, porque esta se maneja por energía y no por voluntades, porque esta opera por comandos y no por convicciones, porque la tecnología es creada para un fin y puede ser empleada discrecionalmente, pero sólo el hombre y la mujer converso pueden mantener sus compromisos, cumplir con sus deberes y sacrificar por convicción su propia seguridad con tal de no faltar a sus obligaciones.
Las sociedades progresaran, el mundo se desarrollará en todos los órdenes y sentidos, pero así como es imposible que el liquido vital para la vida y existencia en la tierra, el agua, se forme con otra fórmula que no sea H2O, asimismo es imposible que la inteligencia veraz, las recomendaciones que de ella se desprendan y las decisiones que por ella se tomen, se pueda llevar a cabo sin la presencia del ser humano capaz.
Por: VÍCTOR AECIO MERCEDES CEPEDA
Coronel, E.R.D.
Director de Inteligencia G-2, Ejército de República Dominicana
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