Ir al contenido principal

III PARTE, EMPLEO DE LAS FUERZAS ARMADAS EN FUNCIONES DE SEGURIDAD NACIONAL, PÚBLICA O CIUDADANA


FUNDACIÓN DE DESARROLLO E IMPLEMENTACIÓN DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS
(FUNDEIMES)

TÍTULO:

EMPLEO DE LAS FUERZAS ARMADAS EN FUNCIONES DE SEGURIDAD NACIONAL, PÚBLICA O CIUDADANA
 III PARTE
  AUTOR:

POR: CAPITÁN DE FRAGATA, ELVIS A. ABREU ENCARNACIÓN, A.R.D., (DEMN)


SANTO DOMINGO,
REPÚBLICA DOMINICANA,
 DISTRITO NACIONAL.
AÑO 2014



·         Vinculación entre Seguridad Ciudadana y Pública.

Al ser la seguridad ciudadana una percepción unipersonal en la que el ciudadano ve su situación política, social y legal  efectivamente garantizados para el pleno disfrute de sus derechos, en el entendido de que el Estado es el llamado a defender y proteger su vida, su libertad, su integridad y bienestar personal; mientras, que la seguridad pública es considerada el servicio que debe prestar el gobierno a través del sus agencias e instancias correspondientes, a fin de garantizar ese estado de percepción del ciudadano, es así como ambos conceptos son vinculantes.



En tal sentido, (Sandoval F. (2006) Pág.125) “la seguridad es un bien público de la más alta estima social y por ello, es tarea esencial, definitiva y concluyente del Estado moderno”.

           
Antes de continuar, se considera pertinente resaltar, que el marco legal del Estado y sus instrumentos para impartir justicia y prevenir el delito, son el punto de referencia indiscutible para preservar la seguridad pública y jurídica,  como lo es la estabilidad política para la garantía del estado de derecho, se ha observado a través de la historia dos maneras de visualizar el problema de la seguridad:

a)    El primero, parte del modo autoritario de gobierno, donde no se respetan los derechos fundamentales del individuo.
b)     El segundo incluye el sistema democrático de derecho, teniendo como desafío permanente, la natural e inevitable tensión entre el respeto a los derechos humanos y la necesidad de garantizar la seguridad en todos los órdenes. 

·      La Seguridad Pública y Ciudadana en América Latina y El Caribe.

La Seguridad Pública y Ciudadana en América Latina y El Caribe, ha tenido matices muy parecidos en todos los países de la región, donde el común denominador que se ha encargado de su debilitamiento han sido la desigualdad social, la violencia por factores políticos y el crimen organizado.

            El origen de la violencia y la inseguridad en América Latina y El Caribe históricamente han tenido varias causas y matices, tanto exógenos como endógenos, en siglo XIX el proceso de descolonización fue el evento precursor de la violencia y la inseguridad en esta región, pero vemos como a partir del siglo XX en sus inicios, la principal causa de violencia e inseguridad, lo fueron las luchas políticas internas, donde los caudillos se sucedían en el poder por medios violentos trayendo en muchos casos como consecuencia a sus respectivos países el fenómeno de la intervención armada por otro país.

Finalizada la II Guerra Mundial, después de los acuerdos de Yalta y Potsdam en 1945, se inicia el periodo que históricamente recordamos como La Guerra Fría[1], en este periodo vemos como factores exógenos inciden en la violencia tanto del Estado hacia la población como de parte de esa misma población hacia sus Gobiernos creando esta situación un sentimiento de inseguridad general en las poblaciones.

El factor ideológico, fue el caldo de cultivo para que dentro del marco de la guerra fría la violencia se esparciera por la región de forma virulenta, afectando la sociedad en todo su contexto, esta guerra ideológica basada en la lucha entre el comunismo y el capitalismo, dividió las naciones latinoamericanas y caribeñas, marcando heridas tan profundas que su proceso de curación ha sido lento y tortuoso, de manera tal que hoy en día, los actores que protagonizan el escenario político regional están influenciados por este proceso heredando de esa época represiva cierta desconfianza y resquemor por sus fuerzas armadas.     

Dentro del mismo contexto de la Guerra Fría, surgen la lucha por las reivindicaciones sociales y los derechos humanos, lo que convulsionó aun más este periodo. Con la caída del Muro de Berlín el 29 de noviembre de 1989, acto que simboliza el inicio del final de la llamada Guerra Fría, surgen elementos que sin ser verdaderamente nuevos toman preponderancia y vienen a alimentar el estado de inseguridad ciudadana y pública en América Latina y El Caribe.

En relación a esos “nuevos elementos” que se mencionan en el párrafo anterior, tenemos que en consonancia con la política de defensa regional establecida por los centros hegemónicos de poder en la región,  el terrorismo y el crimen organizado son los principales protagonistas de lo que desde ese momento se llamarán las nuevas amenazas o amenazas de nuevo orden, estos resaltan ser los principales flagelos que ponen en riesgo la estabilidad y la paz social de los Latinoamericanos y Caribeños.

Según Gabriel Aguilera Peralta en su artículo Violencia y Sociedad Civil en América Latina y El Caribe; Logros y desafíos, (Pensamiento propio, (2007), CRIES Pag.11) dice: “La Agenda de Seguridad en América Latina y el Caribe, se ha modificado sustancialmente en la última década”
   
            A lo que se interpreta de lo expresado por Aguilera, es que fruto del surgimiento de estas “nuevas amenazas”, los Estados en el subcontinente se han visto en la necesidad de buscar alternativas locales y regionales para enfrentar y prevenir las acciones del crimen organizado en el área como también el peligro latente que entraña el terrorismo.

            El fin de la guerra fría trajo como parte del nuevo esquema mundial la instauración de la globalización y con este proceso el crimen tomo matices internacionales, operando bajo un esquema organizado donde las mafias extendieron sus operaciones a niveles antes impensables y creando un círculo vicioso criminal con un espectro operacional orientado a todos los medios lícitos e ilícitos de enriquecimiento.

            Se puede apreciar en este círculo criminal como los diferentes niveles del crimen se suceden unos con otros, como elemento de análisis a los fines de este estudio se tomará el narcotráfico con la Republica de Colombia como delimitación geográfica y su proyección en la región.
           
El narco delito para subsistir, fomenta y se alimenta de muchas otras actividades delictivas y lo hace desde su mismo inicio incentivando a los campesinos a dejar de cultivar sus rubros tradicionales e iniciar la siembra ilegal de la planta de coca ya que este cultivo les garantiza mejores ingresos que los cultivos tradicionales sin importarles entrar en conflicto con la ley.

            Una vez la materia prima (hoja de coca) está cosechada, inicia el proceso químico de extracción del alcaloide, este paso requiere de otra cadena de ilegalidades como lo es el contrabando de los precursores químicos, los cuales desde su origen hasta su destino final van dejando una estela de delitos como sobornos, falsificaciones, contrabando y blanqueo de activos.

            Durante este proceso específicamente en Colombia se involucran la guerrilla y las Autodefensas (AUC) en ocasiones en la producción y en otras en la protección de los laboratorios y las rutas, así se integra un nuevo elemento delictivo, el terror, la justicia colombiana define a estos grupos armados que operan al margen de la ley como Bandas Criminales “BACRIM” y terroristas y estos utilizan el narcotráfico para el financiamiento de sus actos ilícitos.

            El narcotráfico encierra en su modus operandi el asesinato, el contrabando, el terrorismo, el blanqueo de activos, la extorción, fomenta la corrupción de las instituciones del estado, inclusive en algunos niveles tiene vínculos con otros delitos como la trata de personas, la pornografía en todos sus ámbitos y el contrabando de armas, por esta razón Colombia le ha denominado como narcoterrorismo fruto de su vinculación.   

Con una vista rápida al narcoterrorismo colombiano, según lo denominan sus leyes, vemos como este delito se ha globalizado de forma efectiva. (Gabriel Aguilera (2007), Violencia y sociedad civil  en América Latina y el Caribe. Logros y desafíos, P-10)  indica:

 “El comercio ilícito de drogas narcóticas y todas las actividades igualmente ilegales derivadas o periféricas a ese ejercicio delictual, representan la peor manifestación del crimen organizado, debido a que la magnitud de los recursos financieros de que disponen las bandas de narcotraficantes, les permite no solamente desafiar seriamente la autoridad del Estado, sino inclusive infiltrarlo, creando el fenómeno denominado del “poder paralelo” o “doble poder”.

Para realizar un análisis al fenómeno del crimen organizado y sus consecuencias en la región es preciso hacerlo en forma segmentada y en orden secuencial acorde con los países y regiones que presentan un índice apreciable en materia de criminalidad y violencia.

·         Colombia, Crimen Organizado y El Plan Colombia.

Hacia finales de la década del 50 (siglo XX) existía en Colombia la presencia de grupos armados al margen de la ley, los cuales fueron reductos de los movimientos políticos bajo las armas que al final del conflicto no se desmovilizaron, estos fueron denominados por las autoridades como Bandas Criminales “Bacrim”, las cuales representaban una amenaza para la Seguridad Pública y Ciudadana, estas bandas fueron rápidamente desmanteladas para la década del 60, estos grupos llamados “Bacrim” habían sido totalmente desarticuladas fruto de la persecución estatal mediante operaciones de eliminación de blancos de alto valor estratégico, o sea, el descabezamiento de las organizaciones a través de la eliminación de sus líderes.

Como se explica a continuación (Mauricio Romero y Angélica Arias (2010) en su estudio, (Los herederos de las “AUC” {Autodefensas Colombianas}, la geografía del narcotráfico y la amenaza de nuevos carteles, Pág. 3) “En ese entonces la posibilidad de extraer rentas de actividades económicas legales o ilegales era escasa. Bien porque no existía el narcotráfico, la capacidad para obtener rentas por la fuerza era baja, y por tanto las posibilidades de corrupción de los agentes estatales era exigua”.

De igual manera en que se cita en el párrafo anterior la inexistencia de fuentes de financiamiento fuerte ya sea de forma legal o ilegal llevaron estos grupos denominados “Bacrim” a su extinción una vez fueron eliminados sus cabecillas, este no es el caso de los grupos delincuenciales que operan actualmente en Colombia.

El Estado colombiano ha denominado actualmente a los grupos armados, reductos de las Fuerzas de Autodefensa Colombianos (AUC) que operan al margen de la ley como “BACRIM” en una alusión a las anteriormente citadas en el párrafo anterior.

Desde la óptica actual es importante que el Estado colombiano no observe el fenómeno actual desde la óptica las “BACRIM” de los años 50 Y 60 ya que la realidad del narcotráfico y el desarrollo tecnológico e industrial son totalmente diferentes, lo que le brinda a estos grupos armados al margen de la ley un amplio espectro de financiamiento y razón de existir.

Entonces, en relación a lo anteriormente señalado (Romero y Arias (2010), Página 3), dicen “El término Bacrim asignado por el gobierno del presidente Uribe (2002- 2010) para nombrar a los grupos responsables de la violencia en la ilegalidad en los antiguos dominios de las AUC, es muy limitado y el gobierno debería reformularlo”.

A partir de 2000 Colombia inició un agresivo plan para perseguir y destruir las organizaciones criminales en su territorio este plan ha tenido el apoyo logístico de los Estados Unidos de Norteamérica y se le denominó Plan Colombia.

Previo a la aplicación de este plan cabe resaltar de forma breve el desarrollo del narcotráfico en Colombia y la política de del Estado colombiano frente a los requerimientos de los Estados Unidos frente al fenómeno en crecimiento y su política de ayuda.

Para inicios de la década de los setenta el Estado colombiano maneja el tema del narcotráfico con cierta autonomía tanto en las operaciones como en las políticas de prevención erradicación y persecución del delito, ya que el contexto político colombiano y su importancia para la comunidad internacional no estaba ligado a la problemática del narco por muchas razones, una de estas es que Colombia dentro del contexto de la guerra fría era un valioso aliado de los Estados Unidos en su lucha contra las fuerzas del comunismo.

Otro factor es que Colombia durante esa época no era el principal productor y exportador de drogas hacia los Estados Unidos, de tal manera que el Estado colombiano mantenía una tímida política anti-drogas realizando operaciones de destrucción manual de plantaciones de marihuana mientras que la posición de Washington era la erradicación de cultivos mediante la fumigación con agentes químicos defoliantes.

Esta discrecionalidad en el manejo de las políticas antidrogas que tenía el gobierno colombiano cambio cuando en 1978 Colombia se convirtió en el principal productor y exportador de marihuana hacia los Estados Unidos, ya que “de 100,000 toneladas introducidas a territorio norteamericano para esa fecha, entre el 60% y el 65% de ésta era responsabilidad de narcotraficantes colombianos”[2].

El evento citado en el párrafo anterior sucedió concomitantemente con la ascensión a la presidencia de la República del Presidente Julio Cesar Turbay Ayala (1978-1982)[3], desde este momento el Gobierno colombiano empezó a recibir las presiones de Washington, a fin de que se iniciara la erradicación de cultivos por medio de fumigación química fruto del éxito obtenido en operaciones llevadas a cabo en México (Operación Cóndor) y Jamaica (Operación Bucanero). La Operación Cóndor puesta en ejecución en México dejo como resultado la disminución de la exportación de marihuana mexicana a Estados Unidos desde un 35% a un 10%, cultivada en un área de 25.000 a 30.000 hectáreas de la geografía nacional colombiana[4].    

La respuesta del presidente Turbay a las presiones ejercidas por Washington para que robusteciera la lucha anti-drogas, fue militarizar las operaciones involucrando las Fuerzas Militares Colombianas mediante la Operación Fulminante, esta operación se ejecutó en el área de la Guajira y ocupó un total de 10,000 soldados, la puesta en ejecución de esta operación disuadió de forma temporal a los EE.UU. de su intención de que Colombia ejecutara la fumigación masiva de cultivos con agentes químicos, la resistencia del gobierno colombiano a ejecutar las fumigaciones era que los agentes que se debían utilizar eran altamente nocivos a la salud y al medio ambiente, (Paraquat)[5]

Fruto de la iniciativa de la puesta en ejecución de esta operación y de la posterior complacencia del Estado colombiano a los requerimientos de erradicación de las plantaciones de marihuana, coca y amapola por medios de fumigación química que realizaba los EE.UU. trajo como resultado un mayor apoyo logístico por parte de Washington a la guerra antidrogas colombiana, cabe resaltar que las operaciones de fumigación fueron muy reducidas, por el temor del gobierno a las consecuencias de impacto negativo al medio ambiente.

En marzo de 1979 el Subcomité de Relaciones Hemisféricas de la Cámara de Representantes en Washington aprobó una enmienda para aumentar la ayuda económica a Colombia para combatir el tráfico de drogas. En 1984 fruto del asesinato del Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, el gobierno envió una respuesta contundente a los carteles de la droga, aprobó la iniciativa de la fumigación masiva de las plantaciones de amapola, coca y marihuana con productos químicos defoliantes y la extradición de ciudadanos colombianos a los EE.UU., es aquí donde comienza una guerra sangrienta basada en el terrorismo, que bañará de sangre la sociedad colombiana.

A raíz de los estragos causados por esa sangrienta guerra el Estado colombiano se embarco en el proyecto de nación llamado “Plan Colombia” e cual llevaría a cabo una reestructuración del espectro gubernamental en todos los órdenes, para lo cual se plantearon 10 estrategias:

1)    Estrategia Económica.
2)    Estrategia Fiscal.
3)    Estrategia para la Paz.
4)    Estrategia para la Defensa Nacional.
5)    Estrategia judicial y de Derechos Humanos.
6)    Estrategia Antinarcóticos y Crimen Organizado.
7)    Estrategia Para el Desarrollo Alternativo.
8)    Estrategia de Participación Social y Concientización Colectiva.
9)    Estrategia para el Desarrollo Humano.
10) Estrategia de Orientación Internacional para Confirmar los Principios de Corresponsabilidad ante el Problema de la Droga.

Estos 10 pilares en los cuales se basa el Plan Colombia nos dan una perspectiva de la ambición de este proyecto, ya que está orientado a transformar la estructura del Estado en todos los ámbitos pasando desde el Económico, Social Internacional y de la Seguridad y Defensa, siendo las Fuerzas Militares, Policiales y el Poder Judicial elementos importantes del Estado que fueron especialmente reforzados a través de este plan a fin de cimentar la lucha contra estos grupos delictivos, a sabiendas de que estos son elementos preponderantes para ganar la guerra contra el crimen organizado y los grupos armados que operan al margen de la legalidad.

El Plan Colombia ha tenido sus conquistas en todos los órdenes en que se ha aplicado teniendo mayor éxito en las seis primeras estrategias enumeradas anteriormente siendo los más destacados la guerra contra el narcotráfico, la persecución de los grupos guerrilleros y  el reforzamiento de las instituciones militares, policiales y judiciales, ya que antes de la implementación del plan los grupos criminales encabezados por los Carteles de la Droga, las Autodefensas Colombianas (AUC) y los Grupos Guerrilleros habían sumido a Colombia en un mar de sangre y violencia con un saldo social negativo que ponía al gobierno colombiano y a la sociedad en desventaja frente a estos grupos criminales.

  El relativo éxito de este plan queda plasmado en las estadísticas presentadas por el Boletín TERRA Consultores, Estadísticas Delitos de Mayor Impacto Social en Colombia 2000-2013, en este estudio estadístico se presentan los porcentajes por año del índice criminal en Colombia a partir de la implementación del referido plan, ya que estás presentan una disminución escalonada año tras año de los índices delictivos tanto en materia de delito común como en el ámbito del crimen organizado y de actos terroristas llevados a cabo por los grupos armado al margen de la ley.  
Cuadro 02.
Fuente: Boletín Terra Consultores Estadísticas Delitos De Mayor Impacto Social En Colombia Enero A Marzo De 2013.

A pesar de que estas estadísticas están realizadas en base a las denuncias recibidas por las agencias gubernamentales colombianas de ejecución de la ley, lo cual no representaría una totalidad de los casos perpetrados por diversas razones, son una muestra oficial de la efectividad del Plan Colombia.

Cuando se refiere a que estas estadísticas no presentarían el total de los casos es debido a que las bandas criminales ejercen en base al terror una gran influencia en la sociedad lo que crea una coacción inducida en la sociedad

En tal sentido Romero y Arias en la página 9 de su referido estudio establecen las razones por lo que las estadísticas del estado no se apegan en un sentido amplio a la realidad que existe actualmente en relación a la narco delincuencia y sus efectos en la sociedad:

“Otro apremiante reto tiene que ver con la información sobre las acciones de los neoparamilitares y grupos afines. Hay una enorme tendencia al subregistro y a que sus acciones sean invisibles para el público y las autoridades. Una razón es que las actividades de estos grupos están dirigidas principalmente en contra de comunidades, colectivos o individuos. Su fin no es enfrentar al Estado, sino controlar territorio y los flujos de bienes, personas e información, ideas que se dan en él, y para esto se necesita vigilar y constreñir a la sociedad. Y si no hay denuncia sobre la coacción y violencia no queda constancia del hecho. Es como si no hubiera existido. Y aquí hay un problema serio porque la tendencia de los afectados es a no denunciar por desconfianza frente a las autoridades competentes o por físico miedo a represalias de los agresores”.

A pesar de lo expuesto anteriormente la muestra oficial es un reflejo real de la efectividad de las acciones estatales en el marco del Plan Colombia en pos de la persecución y judicialización de los actos criminales ya que las mismas acciones coercitivas hacia la sociedad estaban presentes tanto en el 2000 como en el 2013.

En torno a la ejecución del Plan Colombia, las Fuerzas Militares Colombianas junto a los cuerpos policiales y al Poder judicial han sido la columna vertebral que ha mantenido erguido el esfuerzo gubernamental en la lucha contra el crimen organizado, siendo estas las responsables de llevar sobre sus hombros la responsabilidad del mayor porcentaje de las operaciones de alto nivel, aportando a la causa vidas y recursos logísticos como ninguna otra institución, lo que demuestra que el uso de las Fuerzas Armadas en operaciones de Seguridad Pública y Ciudadana son un fenómeno regional y no exclusivo de Republica Dominicana.

·          Centroamérica y el Fenómeno del Pandillerismo.

 Los países de Centroamérica tienen una cosa en común, Todos están aquejados en diferentes niveles por el crimen organizado, esto sumado a los aspectos del subdesarrollo, pone a estos Estados en posición frágil, debido a factores socioeconómicos resultantes de ingresos económicos pírricos y desiguales, pobreza extrema, hacinamiento urbano, una alta población joven con bajos niveles de educación y escasas posibilidades de empleo, fácil acceso a armas de fuego producto de un ambiente inestable, herencia de pasados conflictos armados internos. Estos factores sociales son caldo de cultivo para la proliferación de mafias y grupos vandálicos que aterrorizan la sociedad y alejan a los inversionistas provocando la fuga de capitales y de las personas investidas de altos niveles de conocimiento y educación, aspectos que son un elemento esencial para el desarrollo.

La hibridación sufrida por el Crimen Organizado y el fenómeno de las Maras[6] ha convertido a Centroamérica en uno de las regiones más violentas del mundo. El tráfico de drogas esta directamente asociado con la proliferación de pandillas juveniles en la región, En varios países de Centroamérica, especialmente en El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, se considera que esos grupos (Maras Salvatrucha y Mara 18) son una de las causas fundamentales del problema de la delincuencia local y las estrategias más importantes en contra del crimen dependen de su erradicación.

En tal sentido Gastón Hernán en su artículo Conflicto y Violencia en América Latina, Estado Vs. Crimen Organizado, de la publicación Pensamiento Propio “Recoge las estadísticas disponibles de la Organización Panamericana de la Salud (Situación de salud en las Américas, Indicadores básicos, 2005) “América Latina y el Caribe exhiben una tasa de 25,1 homicidios por cada 100.000 habitantes[...], por encima de la tasa de 22,1 verificada en África en 2003 por la Organización Mundial de la Salud (Informe mundial sobre violencia y salud) y del promedio mundial de 8,8”.

Estadísticas sobre Pandillas y sus Miembros Nacionales:

Tabla 01

País
Cantidad de miembros
Belice
100
Panamá
1385
Costa Rica
2660
Nicaragua
4500
El Salvador
10,500
Guatemala
14,000
Honduras
36,000
Total
69,145
Fuente: Conflicto y Violencia en América Latina, Estado Vs. Crimen Organizado (2007)

En relación al origen de las pandillas La Oficina Contra la Droga y el Delito de las Naciones Unidas en su estudio Crimen y Desarrollo en Centroamérica (ONU 2007) describen en su página 19 del resumen ejecutivo lo siguiente:

 “Un ejemplo excelente de este proceso es el de los refugiados de Centroamérica radicados en los barrios marginales hispanos del sur de California durante el decenio de 1980. Los jóvenes salvadoreños, convertidos en blanco de las pandillas locales, formaron la pandilla "Mara Salvatrucha", una de las pandillas callejeras más extensas y notorias que funcionan actualmente en el hemisferio occidental. El campo de acción de Mara Salvatrucha se extendió a El Salvador y a toda la Centroamérica cuando algunos de sus miembros fueron condenados a prisión y luego repatriados una vez que cumplieron sus penas”.  

Es una percepción generalizada de los países afectados por las deportaciones de sus ciudadanos  desde los Estados Unidos por razones de índole delincuencial, que el índice de criminalidad en los mismos se ha disparado gracias a que estos ciudadanos deportados, los cuales a su parecer vienen con una conducta delictiva formada en los EE.UU. y al llegar a su país de origen sirven de ente multiplicador de estas inconductas, trayendo como resultado el actual estado de inseguridad y criminalidad que vive América Latina.

En otro aspecto (ONU-2007), el referido estudio de la oficina contra la droga y el delito explica que:

 “La situación delictiva en Centroamérica es un resultado de todos estos puntos de vulnerabilidad, junto con un hecho geográfico desafortunado: Centroamérica se ubica entre los productores mundiales de cocaína (Colombia, Perú, y Bolivia) y sus consumidores primarios (los Estados Unidos y Europa). Como resultado, la delincuencia en Centroamérica se distingue de la delincuencia en otras regiones del mundo, en al menos dos aspectos: su exposición a los flujos de drogas y al nivel de violencia en sus sociedades”, ibíd.

Para combatir el flagelo del pandillerismo, los gobiernos centroamericanos han utilizado sus Fuerzas Armadas, un ejemplo de este empleo es el que se observa en El Salvador donde se aplicó los planes “Plan Mano Dura” y el “Plan Súper Mano Dura”[7] donde se ejecutó el  despliegue de las Fuerzas Armadas en operaciones de patrullaje conjuntamente con la Policía Nacional, para combatir las acciones de la delincuencia común y a la desarticulación de las pandillas.
Existen voces disidentes que no están de acuerdo con la participación de las Fuerzas Armadas en operaciones de seguridad pública y ciudadana, los cuales a su opinión estas vienen a convertirse en parte del problema una vez inmiscuidas en estas tareas propias de las corporaciones policiales, según estas voces disidentes la formación y el entrenamiento de las fuerzas militares las invalida para ejercer estos roles.
Según Melissa Salgado investigadora docente del Departamento de Economía, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (Salgado 2009) plantea que:
“Una vez implementado el Plan Mano Dura, el impacto más inmediato fue el repunte de los homicidios en El Salvador que se da a partir del año 2004, año que presentó una tasa de crecimiento de 22.8% con respecto al año anterior y una tasa de homicidios que se posicionó en 51.1 por cien mil habitantes. Desde ese año, se registran entre 8 y 12 homicidios diarios. Asimismo, se resalta que el año 2009 se ubica como el más violento registrado en décadas, con una tasa de homicidio de 70.4, es preciso resaltar que el crecimiento acelerado de los homicidios coincide exactamente con la aplicación de los planes de seguridad pública”.
 
Según explica el periodista Leopoldo E. Colmenares G. en su artículo “Las Fuerzas Armadas Y La Lucha Contra El Crimen Organizado En Centroamérica”, éste dijo: “En Guatemala, motivado al amplio grado de infiltración de la Policía Nacional Civil por parte del crimen organizado, el gobierno se ha visto obligado a emplear a sus fuerzas militares  para apoyar a las fuerzas de seguridad pública, en Honduras el caso es similar: las Fuerzas Armadas prestan su apoyo en las actividades de seguridad pública”[8].

Se observa que la introducción de las Fuerzas Militares en funciones de Seguridad Pública y Ciudadana tiene voces a favor y en contra, pero no deja de ser una realidad en la región latinoamericana.

·         Plan de Seguridad Democrática República Dominicana.

Independientemente del hecho de que se haya producido o no un aumento en la criminalidad real, o que el problema lo cause la aparición de nuevas formas de criminalidad, lo cierto es, que el tema de la violencia representa un asunto que ha generado en la sociedad dominicana una sensación de inseguridad que atenta contra la paz en la ciudadanía.
Como consecuencia de lo expresado en el párrafo anterior, resalta el hecho, de que en febrero del año 2005, durante su período presidencial el Dr. Leonel Fernández Reyna, estableció una política que tiene como propósito garantizar adecuadamente la seguridad ciudadana sobre la base del respeto a los principios democráticos.
            Por esta razón, queda claro que el cumplimiento de la atribución   determinada, que le es conferida a la Procuraduría General de la República por el Estatuto del Ministerio Público, en su Artículo 47, numeral 5, conforme le corresponde “Dirigir la política del Estado contra la criminalidad, en coordinación con los lineamientos trazados a tales fines por el Poder Ejecutivo”, el Procurador General de la República dio inicio a la preparación del Plan Estratégico de Política Criminal para República Dominicana, (PSDRD).
En el mismo se definen las líneas centrales de la política del Estado frente a los conflictos penalmente relevantes que suceden en este país, conjuntamente con las instituciones que inciden en el fenómeno, tanto en el ámbito de la prevención como en el de la persecución.
El Plan de Seguridad Democrática de República Dominicana, (PSDRD), propone entre otras cosas, el fortalecimiento institucional de la Policía Nacional, la creación de la Policía Comunitaria, el adiestramiento de las agencias para la persecución del crimen en técnicas investigativas y de respeto a la dignidad de los derechos ciudadanos como también a las Fuerzas Armadas en situaciones especiales.
Además de una estrategia de comunicación que contribuirá, entre otras cosas, a cambiar la percepción negativa de la ciudadanía respecto a la gestión policial, en dicho documento se plantea que en un contexto democrático, la seguridad pública o seguridad ciudadana debe entenderse como una situación social y política donde las personas tienen legal y efectivamente garantizado todos los derechos que les asisten.
Esto sugiere condiciones sociales donde los peligros y conflictos se prevengan, inspeccionen y gestionen en forma satisfactoria y donde exista un pleno y real bienestar de los derechos, libertades y garantías constitucionales.

Por ende, supone establecer políticas y dispositivos institucionales eficientes para prevenir, controlar y neutralizar aquellos riesgos, peligros o conflictos concretos o previsibles que lesionen aquella libertad o goce pleno de esos derechos, libertades y garantías.

            Cabe destacar como parte del contexto señalado, que las líneas de acción del Plan de Seguridad Democrática de República Dominicana, acuerda la creación de una Policía Comunitaria.

·         Amenazas a la Seguridad Ciudadana en República Dominicana.

Entre las fuentes consultadas para fines de investigación, cabe destacar que el auge de la violencia, no es un fenómeno social-económico-político, exclusivo de República Dominicana, sino que se verifica en otros países de América Latina. (Martínez Ricardo; 2010, Página 23), quedando en evidencia, a través de lo planteado en toda la extensión de esta investigación, y que a pesar de las alarmas y las voces desesperadas, la situación demanda una adecuada respuesta, basada en el análisis científico de la situación.

Para reforzar lo planteado en párrafos previos, se presentan los resultados obtenidos por las encuestas DEMOS del año 2004 y LAPOP de 2006, donde se comprueba que el 79 % de los ciudadanos dominicanos dijeron sentirse inseguros en sus hogares o fuera de ellos.

Reflejando dicha estadística, que la extensión, complejidad de la criminalidad y la violencia han sido fenómenos recurrentes a lo largo de la última década en República Dominicana, corroborado por las estadísticas disponibles en la Policía Nacional y la Procuraduría General, resaltando que en República Dominicana la tasa de muertes violentas fue 13,9 por cada 100, 000 habitantes.

De acuerdo a la Psicóloga Mayra Brea, (2008: página 10) a partir del año 2006 la violencia disminuyó considerablemente, experimentando un nuevo crecimiento durante todo el año 2008, tasa que podría seguir aumentando hasta superar la alcanzada en el año 2005. 

De los datos anteriores, se deduce que hasta la fecha y en sentido general el plan señalado no ha rendido los resultados esperados en relación  la prevención, control y persecución del crimen, el delito y la violencia común, resaltando para apoyar este planteamiento las siguientes  informaciones.

Las estadísticas policiales y forenses dadas a conocer por la Procuraduría General de la República a través del Instituto Nacional de Patología Forense  (INACIF) 2008 muestran, que a pesar de que muchos homicidios son declarados oficialmente de naturaleza “desconocida” (un promedio de 16.4%), las riñas (tanto personales como las producidas en los centros de diversión y por venganza) se encuentran entre las principales causas de muerte criminal, representando el 28.2% de todos los crímenes cometidos y de causas conocidas.( Mayra Brea, 2008: página 10).

Se destaca además que el robo y sus afines ocupan el segundo lugar, alcanzando un promedio de 20 % en los últimos tres años; las acciones legales policiaco-militares y aquellas muertes que son ocasionadas “fuera del desempeño de sus funciones” se encuentran en un tercer lugar con 16.4%, seguidas de las muertes producidas por drogas (10.6%) y también los femenicidios que logran alcanzar un 6.9% en promedio. (Mayra Brea, (2008: página 11).

Al comparar la criminalidad en el último trienio y analizar los datos tal y como son presentados por los organismos oficiales, se puede apreciar que las riñas logran descender del 2006 al 2008 en un 9% y en esa misma proporción bajan. De igual manera, se destaca la inobservancia de los crímenes por “causas desconocidas”, suponiendo que lo anterior se debe a la apertura del nuevo Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), así como  la aplicación del método científico para detectar el móvil de crímenes en el país.

Según datos estadísticos de la Procuraduría General de la República, aunque las muertes por drogas aumentaron considerablemente en un 14% del 2006 al 2007, en el 2008 disminuyeron ligeramente respecto al año anterior; lo mismo acontece con las muertes provocadas por robos y sus afines, mientras que en acciones legales de la policía, las muertes se incrementaron en un 2% en el período estudiado, destacando que los femenicidios se duplicaron respecto al 2006. (Mayra Brea, 2008: página 12).

Es importante señalar, que estudios realizados en nuestra realidad por el Observatorio Ciudadano del Ayuntamiento del Distrito Nacional en el 2008, sugieren que las familias de comunidades empobrecidas son más propensas a enfrentar delitos violentos contra la persona, mientras que los delitos contra la propiedad (robos y demás) afectan en cierta medida y mayormente a los sectores más pudientes. (Mayra Brea, 2008: página 12).

Así también se puede apreciar en las estadísticas del número de homicidios ocurridos y registrados en el país desde el 2007 hasta el 2012, publicada en el portal web de la Oficina Nacional de Estadística (ONE), en la cual se aprecia el aumento escalado de los homicidios en República Dominicana con la excepción del 2012 que tuvo un ligero descenso.

Grafico 2
Fuente: Datos de la Oficina Nacional de Estadística, grafico confeccionado por el autor

En conclusión podemos ver por todo lo anteriormente expuesto, como eventos ligados directamente a la Seguridad Pública o Ciudadana pueden de manera directa o indirecta incidir en la estabilidad de la Seguridad Nacional, de manera que cuando estos sucesos no son efectivamente manejados escalan poniendo en riesgo la firmeza del Estado.

 En prevención a que estos factores desestabilizantes escalen, el ordenamiento jurídico dominicano establece medidas como la que presenta la Constitución de la República en su Capítulo I, Art. 252, numeral 2), en la que literalmente establece lo siguiente:

“Las Fuerzas Armadas podrán, asimismo, intervenir cuando lo disponga el Presidente de la República en programas destinados a promover el desarrollo social y económico del país, mitigar situaciones de desastres y calamidad pública, concurrir en auxilio de la Policía Nacional para mantener o restablecer el orden público en casos excepcionales”.

Por consiguiente el uso de las Fuerzas Armadas de República Dominicana en temas de Seguridad Pública o Ciudadana queda justificado de manera legal y práctica, debido a que el poder civil legalmente constituido haciendo uso de sus facultades legales y constitucionales ha entendido que el uso de estas, evitaría la escalada de ciertas situaciones de orden público y de seguridad ciudadana, como son el crimen organizado el cual  por su magnitud a sobrepasado las capacidades operativas y de prevención de la Policía Nacional.

En consonancia con el párrafo anterior, el Jefe de la Policía Nacional, Mayor General Manuel Castro Castillo, P.N. de República Dominicana declara en la portada del periódico El Nuevo Diario de fecha 7 de febrero de 2014: “La seguridad ciudadana no es única ni exclusiva de la Policía” en una clara alusión que refiere, que todos los elementos de la sociedad y el Estado deben estar involucrados en el tema de la Seguridad Ciudadana, sin dejar de lado, la implementación de las Fuerzas Armadas Dominicanas en operaciones de esta índole, ya que estas son una herramienta estatal para garantizar el estado de libertad y derecho a los ciudadanos, misión que en la actualidad las Fuerzas Castrenses han asumido con entrega y responsabilidad por mandato presidencial avalado por lo establecido en la constitución dominicana.

Finalmente, se puede apreciar según los casos presentados en este estudio en cualquiera de los países de América Latina y el Caribe que han visto la necesidad de implementar a sus fuerzas militares en misiones de Seguridad Pública y Ciudadana, como también el caso de República dominicana, los resultados de dichas operaciones han aportado tanto en estadísticas como en la percepción de sus conciudadanos un resultado positivo, lo que evidencia lo atinado de la decisión política en los procesos en que han sido adoptado. 





[1] Este término fue acuñado por el asesor presidencial Bernard Baruch, en un discurso pronunciado el 16 de abril de 1947 (Juan Felipe Abaunza (2010), la Guerra Fría Según Bernard Baruch).
[2] (http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S1909-30632012000200010&script=sci_arttext), (visitada el 23/01/2014).
[4] (Villada, 2006; Plan Colombia, Política Antidrogas De Los EE.UU.)
[5] El Paraquat es el nombre comercial del Dicloruro de 1,1'-dimetil-4,4'-bipiridilo, un viológeno. El paraquat es usado como un herbicida cuaternario de amonio. Es peligrosamente venenoso para los humanos si es ingerido. (http://www.epa.gov/oppsrrd1/REDs/factsheets/0262fact.pdf)
[6](Portillo, 2003) Las Maras o pandillas juveniles representan, sin duda, uno de los fenómenos sociales más dramáticos de la historia reciente de El Salvador y otros países del istmo centroamericano (Ramos, 1998). Las pandillas, conocidas popularmente en algunos países como maras, suelen caracterizarse no sólo por la alta dosis de violencia que ejercen entre ellos mismos y contra otras personas, sino también por la complejidad de su estructura grupal y rápido crecimiento (Cruz y Portillo, 1998). A finales de la década de los 90, la policía salvadoreña estimaba la existencia de 10 mil a 20 mil jóvenes pandilleros, esparcidos en la mayor parte de las zonas urbanas y rurales del territorio nacional de El Salvador (Cruz, 2001). Varios estudios (Cruz y Portillo, 1998; Santa cruz y Concha-Eastman, 2001) señalan que estos grupos representan, por lo general, un fenómeno de carácter masculino y juvenil, ya que las maras están  conformadas en un 80% por hombres jóvenes y adolescentes cuyas e edades rondan entre los 14 y los 25 años.
[7] Medidas de políticas de seguridad pública: Mano Dura y Súper Mano Dura, (2009), Melissa Salgado.
[8]http://runrun.es/diploos/59115/las-fuerzas-armadas-y-la-lucha-contra-el-crimen-organizado-en-centroamerica-por-leopoldo-e-colmenares-g.html.( visto el 3/2/2014)

Comentarios

Entradas más populares de este blog

LIBRO BLANCO PARA LA DEFENSA Y SEGURIDAD NACIONAL DE REPÚBLICA DOMINICANA

UN LIBRO BLANCO PARA LA DEFENSA Y SEGURIDAD NACIONAL DE REPÚBLICA DOMINICANA . Por: Capitán de Fragata Elvis Abreu Encarnación, ARD, (DEMN) ¿Qué es el Libro Blanco para la Defensa y Seguridad Nacional? El origen del término libro blanco, proviene de la cultura inglesa, a los documentos de origen parlamentario como informes o anuncios de ciertas políticas de estado se les nombraba como white paper, un ejemplo de esto fue, que durante el mandato de Inglaterra sobre Palestina se crearon 3 libros blancos, como dato histórico se cita que en 1948 el gobierno inglés publicó un Libro Blanco , que restringía la inmigración judía y ofrecía la independencia de Palestina al cabo de los 10 años de su publicación. . Los libros blancos son publicaciones de carácter oficial, donde el gobierno expone una política o propone un curso de acción sobre un tema de interés nacional, este libro puede ser, según la doctrina inglesa, una consulta a los detalles de una nueva propuesta legislati

SITUACIÓN HAITIANA Y SU VECINO DE AL LADO. POR EL CORONEL RAFAEL DAVID SANCHEZ GOMEZ, ERD (DEM), M.A.

SITUACIÓN  HAITIANA Y SU VECINO DE AL LADO. CORONEL RAFAEL DAVID SANCHEZ GOMEZ, ERD   (DEM), M.A. El “dejar hacer”…interno o externo del vecino es posible que sugiera un…lebensraum? Frente a un panorama de dejadez interna o externa algunos sugieren que no existen responsables,…mientras otros ya creen que existe una especie de lebensraum haitiano que subyace en la justificación de una sociedad desesperada y una elite interna sin ninguna respuesta, apoyándose en un “…dejar hacer o dejar pasar”…ya que interna o externamente seria una alternativa frente al peor de los problemas…una gradual emigración masiva. Lebensraum es el término alemán que significa espacio vital, y que fue acuñado por Frederick Ratzel, donde este estableció la relación que la existencia de un estado quedaba garantizada por la disposición de espacio suficiente para atender a las necesidades de esta. Ratzel es considerado como el iniciador de la escuela determinista en la Geopolitica, según el, los Est