POLÍTICAS DE SEGURIDAD EN LA ZONA FRONTERIZA DOMINICO-HAITIANA. ESCRITO POR RAFAEL DAVID SÁNCHEZ GÓMEZ
FUNDACIÓN DE DESARROLLO E IMPLEMENTACIÓN DE ESTUDIOS
ESTRATEGICOS
(FUNDEIMES)
ENSAYO TITULADO:
POLÍTICAS DE SEGURIDAD EN LA
ZONA FRONTERIZA DOMINICO-HAITIANA.
AUTOR:
RAFAEL DAVID SÁNCHEZ GÓMEZ
CORONEL
EJERCITO DE REPÚBLICA DOMINICANA (DEM)
MÁSTER EN GESTIÓN DE SEGURIDAD, CRISIS Y EMERGENCIAS
SANTO DOMINGO, D.
N.
AÑO 2016
NOTA ACLARATORIA:
“LAS OPINIONES CONTENIDAS EN
EL PRESENTE ENSAYO, SON
DE LA EXCLUSIVA RESPONSABILIDAD DE SU AUTOR Y LA INSTITUCIÓN NO SE
SOLIDARIZA NECESARIAMENTE CON LOS CONCEPTOS EMITIDOS”.
POLÍTICAS DE SEGURIDAD EN LA
ZONA FRONTERIZA DOMINICO-HAITIANA. -
Las
políticas públicas de seguridad se relacionan con el desarrollo económico y
social de los Estados, que se refleja en la mejora de la calidad de vida de las
personas. En los últimos años la República Dominicana se ha encaminado a la
realización de políticas y programas a la prevención de crímenes y delitos, y a
la preservación de la integridad física y de bienes de los ciudadanos,
basándonos en indicadores para la planeación y ejecución de las políticas
públicas de seguridad y convivencia. Estas políticas de seguridad ciudadana han
contribuido a la reducción de crímenes violentos (homicidios) en los centros
urbanos principalmente, y se cree que las razones que más inciden, son el
programa de emergencia 9-1-1, y las acciones focalizadas de las autoridades con
el encarcelamiento de los líderes del crimen organizado.
En la
zona fronteriza convergen fácilmente los conceptos de Seguridad y Defensa
nacional con la Seguridad Publica o Ciudadana, porque al asumirse políticas de
protección y controles fronterizos se contrarrestan amenazas que inciden en la
Seguridad Nacional como los tráficos y crímenes transnacionales, a la vez que
edifican una estructura de protección ciudadana constituyéndose junto a otras
medidas gubernamentales en elementos de la propia Seguridad Pública o
Ciudadana. La inmigración irregular y descontrolada pueden traer consigo
elementos que pueden lesionar estas garantías, es por ello que nos abocamos al
estudio de indicadores que nos permitan respetando la dignidad humana poder
aplicar políticas de Seguridad efectivas para la nación y la convivencia. En la
actualidad según las informaciones emanadas por la Procuraduría General de la
Republica, las victimas haitianas ocurren en incidentes entre sí,
principalmente en las provincias donde más habitan sus nacionales (Santiago y
La Altagracia), esto debido al sistema de contratación o mercado laboral del
turismo y la construcción. Además según datos estadísticos (Procuraduría
General de la Republica, 2015), se visualiza que la presencia haitiana es de
baja propensión al crimen, y a la incidencia en la in/seguridad ciudadana, ya
que de un promedio (julio-diciembre 2015) de la población penitenciaria en la
Republica Dominicana de 9, 480 internos, un 8.30 %, o sea 722 internos,
corresponden a extranjeros (EE.UU, Unión Europea), y apenas un 5.57 %, o sea
485 internos de nacionalidad haitiana. No obstante, se entienden que algunos de
los actos violentos o de conflictivos de los últimos tiempos han correspondidos
a temas identitarios entre nacionales de ambas naciones, (R. Dominicana y R.
Haití).
La relación dominico-haitiana históricamente ha girado
en torno al conflicto, naturalmente justificado en los hechos históricos que
implicaron invasiones (1801-1805), ocupación haitiana (1822-1844), conflagraciones
(guerra de independencia 1844-1856), violencias fronterizas (Masacre del
Perejil, ordenada por el Dictador Trujillo, 1937), en la actualidad existe una
constante inmigración irregular a territorio dominicano motivada por razones
laborales, inestabilidad política en el Estado haitiano, extrema pobreza de su
territorio, una política migratoria y controles migratorios de itinerante
ejecución que permiten la porosidad fronteriza.
La razón principal por la cual emigran los haitianos
hacia la República Dominicana es búsqueda de un bienestar económico o mejor
forma de vida, a través de la contratación laboral, por lo que de las 570.000
personas que trabajan en el sector agrícola, 18% son haitianos; de los 248.000
en la construcción, el 29% es haitiano, del comercio (5,4%), de la industria
hotelera (3,7%) y la manufactura (2,6%), es haitiano; según la Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI, 2012),
de la Oficina Nacional de Estadísticas, (ONE). Durante los años comprendidos
entre el 2000 y el 2014, la mano de obra haitiana aumentó en más del 440%,
superando a la dominicana, que aumentó sólo un 35%; según Datos del
Observatorio del Mercado Laboral Dominicano (OMLAD), del Ministerio de Trabajo
de República Dominicana. Las remesas procedentes de fuentes laborales haitianas
se constituyen, en una vía que genera y representa desarrollo económico para el
ingreso del Estado haitiano.
El flujo constante de inmigrantes haitianos hacia la
Republica Dominicana ha constituido una
comunidad haitiana de más de 600.000 personas
en el país (PNUD, 2010) y para otros más de un (1) millón de inmigrantes
haitianos, según el Informe ATTALI (2010); durante el año 2015 se realizó el
Plan de Regularización de Extranjeros, de los cuales solo 188, 000 haitianos
calificaron en dicho plan, por lo que se deduce la gran cantidad de nacionales
haitianos que habitan en suelo dominicano de manera irregular o ilegal. Según
un levantamiento realizado por las autoridades del CESFRONT en el que detallan
la siguiente proporción de habitantes haitianos en la zona fronteriza: Monte
Cristi (445), Dajabon (2,601), Elías Piña (4,433), Independencia (3,034),
Pedernales (2,129).
No podemos hablar de delincuencia homologada a ninguna
nacionalidad o descendencia alguna, sin
embargo algunos hechos delictuales en la zona fronteriza, ha llenado de una
indignación colectiva a los ciudadanos dominicanos de la zona, nos
referimos a la ocurrencia de muertes de dominicanos,
brutalmente asesinados por nacionales haitianos en suelo propio, en
circunstancias delictuales, situaciones que exacerban los ánimos y tocan fibras
identitarias, en una zona de convergencia y antagonismo culturales, que
mantienen latentes niveles de conflictividad.
La
convivencia en la zona fronteriza ante la ausencia de una estrategia nacional
de promoción de una cultura de paz que involucre políticas públicas en ese
sentido que mitigue la propensión a la violencia, permite la ocurrencia de
situaciones conflictuales o violentas de forma ocasional. Las Políticas
Públicas de corte cultural deben constituirse en medios creadores de una
cultura de paz, que abarque desde la conflictividad hasta la aplicación de una
filosofía de interculturalidad en todo sus análisis. La incidencia de la
“violencia y la criminalidad” en la sociedad es un fenómeno complejo, en cuyo origen
puede encontrarse, en la vulnerabilidad social, y dentro de esta, la pobreza y
la exclusión social.
Las deficiencias educativas, los
bajos ingresos, la deficiencia de servicios de salud, altas tasas demográficas,
la carencia de viviendas adecuadas, malos servicios públicos básicos. Unas
intervenciones efectivas para reducir la vulnerabilidad social, mediante la
reducción de la pobreza y la exclusión social es necesaria para que se produzca
una “cultura de solidaridad y de intolerancia social” a la violencia y la
criminalidad. Para que existan efectivas políticas públicas, es necesario las
coordinaciones integrales, entre Gobierno Central, Legislativo, y Municipal.
Después de realizar análisis focalizados en las
principales estadísticas de las
provincias de la zona fronteriza en el área temática de la in/seguridad
pública o ciudadana y verificar los motivos de los “conflictos” que rayan con
lo identitarios, responsables de actos de desorden público en
varias ocasiones ya mencionados, hemos llegado a la conclusión de que, la
aplicación de políticas públicas
en la frontera dominico-haitiana incide
positivamente en la seguridad pública local y en la misma
seguridad del Estado, siendo las políticas públicas según Corinne Laurre,
autora del ensayo Analyser les politiques d”environnement, estas se constituyen
en una concatenación de actividades, decisiones o de medidas coherentes en su
intención tomadas principalmente por los actores del sistema político administrativo
de un país con la finalidad de resolver un problema colectivo. Por lo que nos
abocamos a las decisiones correspondientes dentro de la intención de los
integrantes del poder político administrativo de la nación dominicana y las de
su par fronterizo Haití, a fin de reducir los niveles de pobreza, subdesarrollo
y porosidad de los controles fronterizos, así como también cualquier otra
situación que incida en la inseguridad pública de la región en cuestión.
Es por ello que la Filosofía de la Interculturalidad
se constituye en el lenguaje de entendimiento para la aplicación de estas
políticas públicas en la zona Fronteriza Dominico-haitiana. Esta nueva propuesta rompe con la
confrontación histórica que, como norma en las relaciones de ambas naciones,
han estado marcadas por los conflictos fronterizos; pero en el marco de la subsistencia
y las demandas de la globalización, las nuevas relaciones implican el
entendimiento, el diálogo y la cooperación entre ambas naciones.
En tal sentido
con el diálogo como medio de entendimiento entre ambos lados de la frontera
resulta más fácil, la aplicación de todo tipo de medidas que implican
cooperación entre las comunidades fronterizas y sus autoridades nacionales, a
fin de reducir situaciones que degenerarían en conflictos. En un ambiente de
pobreza y escases material, las circunstancias resultan proclives al conflicto.
La violencia,
ya sea por acciones vandálicas que impliquen a nacionales haitianos o
dominicanos involucrados en cualquiera de los tráficos ilegales
transfronterizos, dígase carbón, drogas, armas, tratas de personas, etc., o
simple delincuencia común hechos que se
diseminan entre las todas las provincias fronterizas, y que en ocasiones se
tienen repercusiones nacionales, con aquellos hechos que como “pólvora” se
encienden y se entremezclan con las razones históricas e identitarias,
generando conflictos violentos de profundas diferencias culturales navegando en
las palabras de los discursos contestatarias de ambas naciones.
Hoy en día con
el surgimiento de la filosofía de la interculturalidad encontramos nuevas alternativas para la
viabilidad de soluciones a situaciones de conflicto que implique naciones y
culturas diferenciadas proporcionando medios de diálogo que faciliten acciones
comunes de las autoridades nacionales y de sus propios ciudadanos no solo desde
la simple tolerancia de culturas y pueblos (Kymlicka, 1996), sino más allá con
la cooperación, la interacción que solo así y solo así, propicia facultades de
aplicación de las medidas que no son más que Políticas Públicas que ataquen
directamente la pobreza material y
cultural a ambos lados de la frontera.
Así como también el involucramiento de las agencias e
instituciones en proporcionar garantías de seguridad a todos los habitantes a
lo largo de toda la franja fronteriza. Los beneficios son de amplio espectro,
no solo local; sino de connotación regional (Seguridad Pública) y nacional,
incidiendo en el combate delictual transnacional que amenaza a la nación
dominicana, favoreciendo a la Seguridad Nacional.
En casos especiales como las drogas, en el que sus
actividades residuales implican pagos en especies, fomentando el micro tráfico
y la delincuencia común en nuestros centros urbanos, o el caso de las armas
ilegales de mayor uso en el crimen común ante la prohibición de estas, es decir
que estas actividades transnacionales no solo afectan en lo local-regional;
sino a todo el territorio nacional con sus efectos secundarios.
La aplicación de Políticas Públicas de Seguridad
Ciudadana en la región fronteriza es crucial, a favor de los beneficios de
todos los habitantes locales y nacionales. En relación dialéctica o total beneficio
resulta ser más amplio dentro de la filosofía de la interculturalidad y la
cooperación entre ambas naciones allanando el ambiente para las buenas
relaciones inter-estatales. Por medio del diálogo en las comunidades
fronterizas y un entendimiento dentro de las facultades de una filosofía de la
interculturalidad se proporciona:
Mejorar los vínculos entre los actores, por lo que es
necesario el entendimiento entre los actores económicos, sociales y políticos,
en los ámbitos del mercado, el sistema político, la cultura y la sociedad. Por tanto,
la concientización de los empresarios contratante de mano de obra inmigrante,
de los partidos políticos, de los medios de comunicación, de los grupos de la
sociedad civil debe de estar dentro del mismo sistema de sensibilización de la
problemática migratoria.
Mejoramiento
de las relaciones internacionales, con la cooperación de los actores
internacionales como las Naciones Unidas, La Unión Europea, en procura de
contribuir en programas objetivos no solamente con el aporte financiero; sino
con las experiencias propias obtenidas, en la aplicación de políticas
migratorias.
Colaborar
con la comisión mixta bilateral dominico-haitiana, existente desde el 13 de
marzo de 1996, la cual ha venido realizando grandes contribuciones en el
entendimiento de la problemática dominico-haitiana, sin embargo, es necesario
la traducción de las planificaciones realizadas hacia el establecimiento de
mecanismos técnicos que conlleven a su posterior ejecución.
Relaciones
con los organismos internaciones del ámbito migratorio y derechos humanos, para
reducir los niveles conflictuales utilizados por los medios contestatarios, es
necesario procurar mejorar la imagen del país en el plano internacional. No
solamente los ámbitos oficiales, sino también los empresarios, empleadores,
sindicatos, partidos y sociedad civil deben redefinir sus relaciones con la
comunidad internacional, en virtud de fortalecer relaciones de cooperación, en
procura de la aplicación de un clima de derechos generalizados, (PNUD, 2010).
Respetando
los márgenes fronterizos y los ámbitos soberanos dentro de las relaciones de
países, debemos reconocer y establecer que se contribuye a la reducción de
conflictos entre los Estados con el cumplimiento del derecho internacional entre
las naciones, esto así regularizando la migración, como también fomentando la
interculturalidad dentro de los grupos de inmigrantes que conviven en suelo
dominicano, principalmente los inmigrantes haitianos a cuya problemática nos
hemos referido.
Acondiciona
el ambiente, para la aplicación y eficacia de las acciones propias de las
Políticas Públicas que requieren la interacción de las comunidades fronterizas
y la colaboración de nacionales de ambas naciones y sus respectivas
autoridades, aun con el respeto a sus intereses nacionales particulares.
La
formalidad en el comercio fronterizo dominico-haitiano: Un nuevo recorrido sin
alto en el camino. La informalidad en el comercio fronterizo ha sido una
antigua práctica desde época del colonialismo, que género grandes
inconvenientes y conflictos, ante las medidas “proteccionistas” de la corona
española. Estas situaciones devengaron en medidas drásticas como el
despoblamiento de la zona fronteriza (devastaciones de Osorio 1601).
Hoy
en día el comercio es un instrumento de equilibrio en la empobrecida región,
sirviendo como una de las pocas alternativas de subsistencia para los
pobladores de ambas naciones que sobreviven de las mercancías de consumo o de
las “migajas” de la actividad comercial que las redes de mercaderes
proporcionan. Existen realidades insoslayables sobre la formalidad del comercio
fronterizo. Las autoridades haitianas hablaban de 55 puntos comerciales en la
frontera dominico-haitiana, (Juan del Rosario, 2014).
Primero,
una es formalizar dicha actividad conllevara grandes inversiones del Estado
dominicano ante la realidad de un Haití sin instituciones que garantice dicho
proceso. Segundo reducir la porosidad fronteriza implicaría un proyecto de
nacional en procura de proporcionar la formalidad comercial. Tercero se
necesitaría verdadera intención de los agentes comerciales, del Estado
dominicano y la colaboración de las autoridades haitianas para anteponerse a la
realidad de la preferencia de un mercado informal mucho más económico o barato.
Sin embargo,
el camino que las nuevas autoridades haitianas han elegido al procurar
establecer controles a fin de lograr la obtención de divisas obliga a las
autoridades dominicanas iniciar un recorrido sin alto en el camino,
probablemente iniciaría con regulación de los informales mercados binacionales.
Estas medidas traerían de paso la reducción de la “porosidad” fronteriza,
fortaleciendo las instituciones, políticas de defensa, políticas migratorias y
todas aquellas a fin a la seguridad nacional y publica.
Nuestra recomendación es la realización de un Plan de
Seguridad Pública o Ciudadano en las áreas fronterizas con sus programas, que
se apliquen a largo plazo e integrado a la forma de vida permanente de los
habitantes de la zona. Dichos resultados no solo serían para la región; sino
para todo el país, por la condición especial de zona fronteriza y sus
repercusiones nacionales. Este Plan conllevaría todas las políticas y programas
que posee el Plan Integral de Seguridad Ciudadana aplicado en las provincias de
mayor incidencia del delito
Con atención especial al tema de la reforma penal y
procesal, población carcelaria e infraestructura. Así como también a la
aplicación de la nueva ley de naturalización (reconocimientos de nacionalidad)
y sus consecuencias al conflicto de origen migratorio previendo planes de
contingencias al respecto.
Al igual que el Plan Integral de Seguridad Ciudadano
este Plan en el área fronteriza debe ser coordinado por el Ministerio de
Interior y Policía, a la vez que la Policía Nacional dirija la gestión de
acciones de campo junto a los miembros de la Justicia de la región. Con un
fuerte apoyo de las agencias gubernamentales apostadas en la frontera
(Migración y Aduana), y de los Cuerpos Especializados de Seguridad Fronteriza
(CESFRONT), los miembros del Ejército. Cabe destacar el apoyo de los miembros
del Cuerpo Especializado de Seguridad Portuaria, (CESEP), en puertos
fronterizos como Cabo Rojo en Pedernales y Manzanillo en Monte Cristi.
La
ejecución de manera masiva de políticas inclusivas de construcción de viviendas
e infraestructuras para la agricultura comunal en toda la margen fronteriza a
fin de detener el abandono de los pueblos fronterizos de parte de los
dominicanos, espacios que luego son ocupados por haitianos. Situación que se
agrava entre Pedernales y Elías Piña, con solo una presencia de dominicanos en
un 10 %, el 60 % haitianos y un 30 % arrayanos (de ascendencia mixta). Estas
políticas deben ser acompañadas de medios de producción agrícolas para proporcionar
medios de subsistencias locales, (Oficina de Estadística Nacional, 2013), según
esta, existe un total de 2,420 familias haitianas que viven ilegalmente en la
frontera, en territorio dominicano
Para la ejecución de un proyecto de esta envergadura
implica un compromiso de Estado, semejante a un proyecto de nación. Puesto que
implicaría la afección de partes productivas sensitivas como son las industrias
agrícolas y construcción que dependen de la mano de obra barata de los migrantes
haitianos que serían regulados y controlados como parte del plan de seguridad
pública. De modo que esto implica un
apoyo total de la nación con un verdadero compromiso político, social,
económico, institucional, y ciudadano.
Desarrollar la confianza institucional de parte de la
comunidad. Por otro lado, que se disponga que los recursos presupuestales
estatales fluyan desde los centros
hasta los medios locales (ayuntamientos) y gobernaciones. Además,
enfatizar interacción entre los miembros de las agencias involucradas con los
medios civiles de los cabildos y gobernaciones sentados en las Mesas de
coordinación de planes para la consecución de las Políticas Públicas.
Debemos iniciar
la ejecución en áreas específicas del
desarrollo fronterizo que incidan masivamente en la seguridad reduciendo
conflictos en la zona, mediante el desarrollo de los cabildos,
las organizaciones comunitarias,
la regulación de los mercados binacionales,
la implementación seria de controles internos en las agencias responsables de la
persecución de todos los tráficos
transfronterizos, la implementación de un sistema escolar con miras al
desarrollo de carreras técnicas, asociado al nuevo concepto de tanda extendida.
El fomento de la inversión financiera en el sector agroindustrial con participación
binacional y una política fiscal que estimule las inversiones en la frontera de
manera real y con garantías. De modo que las áreas específicas para el
desarrollo fronterizo y la aplicación de políticas públicas que podrían incidir
más en la seguridad y reducción de conflictos en la zona son:
• Políticas
Públicas en el ámbito comercial
• Políticas
Públicas Laborales
• Políticas
Públicas para estimular la agropecuaria
• Políticas
Públicas para servicios de salud, agua potable,
• Políticas
Públicas para fomento de viviendas
• Políticas
Pública Migratoria
Todas esas políticas públicas requieren de las
condiciones de un ambiente propicio para su aplicación como lo son:
• Fortalecimiento
de los controles fronterizos dentro de la Políticas Migratoria
• Responsabilidades
al velar la frontera con respaldo
nacional.
• Fomento
de los valores de la honestidad y la responsabilidad como valor agregado a la
operatividad
• A
esto se une la mejoría de los niveles de vida de los responsables fronterizos
en los aspectos migratorios, custodia y la creación de las infraestructuras
físicas y de equipos para los puntos de vigilancia y control. Etc.
• Debemos
acotar que la nacionalidad u origen no define una proclividad a la
delincuencia.
• Las
políticas públicas migratorias deben fomentar la diversidad y la
multiculturalidad como la nuestra, sino de personas que no respetan la ley.
• Se
hace necesario el control migratorio para contribuir en la lucha contra el
crimen organizado. Siendo un fenómeno transnacional, que implica la cooperación
internacional.
• Todas
políticas públicas deben conllevar una filosofía de interculturalidad, que
implique la integración social de los inmigrantes y la inclusión de los
habitantes fronterizos.
La República Dominicana y Haití han firmado Acuerdos
Bilaterales bajo el diálogo de la Comisión Mixta Bilateral Dominico-Haitiana,
el problema migratorio, el intercambio comercial, la seguridad en la frontera,
la situación del medio ambiente. A la vez se han firmado Protocolos de acciones
seguridad entre el Ministerio de Defensa de la República Dominicana y la
Policía Nacional de Haití, para combatir en conjunto el crimen organizado, la
delincuencia internacional, el narcotráfico, trata y tráfico de personas,
armas, contrabandos, robos de vehículos, cuatrerismo, así como colaboración
mutua ante desastres naturales.
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