DE LA DOMINICANIDAD A LA COHESIÓN TERRITORIAL: BREVE EVOLUCIÓN DEL IDEAL DOMINICANO, ESCRITO POR RAFAEL DAVID SÁNCHEZ GÓMEZ CORONEL EJERCITO DE REPÚBLICA DOMINICANA (DEM).
FUNDACIÓN
DE DESARROLLO E IMPLEMENTACIÓN DE ESTUDIOS ESTRATEGICOS
(FUNDEIMES)
ENSAYO
TITULADO:
DE
LA DOMINICANIDAD A LA COHESIÓN TERRITORIAL:
BREVE EVOLUCIÓN DEL IDEAL DOMINICANO,-
AUTOR:
RAFAEL DAVID SÁNCHEZ GÓMEZ
CORONEL EJERCITO DE REPÚBLICA DOMINICANA
(DEM)
MÁSTER EN GESTIÓN DE
SEGURIDAD, CRISIS Y EMERGENCIAS
SANTO
DOMINGO, D. N.
AÑO 2015
NOTA ACLARATORIA:
“LAS OPINIONES CONTENIDAS EN EL PRESENTE ENSAYO, SON
DE LA EXCLUSIVA
RESPONSABILIDAD DE SU AUTOR Y LA INSTITUCIÓN NO SE
SOLIDARIZA
NECESARIAMENTE CON LOS CONCEPTOS EMITIDOS”.
DE
LA DOMINICANIDAD A LA COHESIÓN TERRITORIAL: BREVE EVOLUCIÓN DEL IDEAL
DOMINICANO,-
Entre
la despoblación y el Interés de por medio.
La historia
relata cómo en la época colonial (siglo XVI al siglo XVIII), los espacios norte y sur al oeste de la isla Hispaniola
que hoy ocupan las frontera dominico-haitiana fue cediendo bajo la ocupación
francesa por varias razones: la primera era que esos espacios estaban
despoblados; la segunda que existía un Interés marcado de parte de Francia de
ocupar dichos espacios para beneficiarse con la instalación de nuevos ingenios;
tercero Externamente existía una dejadez ante el tema por los Reyes de ambos
países de la línea de los Borbones con lazos de sangre de familiaridad,
situación definida por Antonio Gutiérrez Escuderos en su obra Santo Domingo
Colonial: Estudios Históricos Siglo XVI al Siglo XVIII (2007).
En aquel
momentos las guarniciones hispano-dominicanas de la parte Este se encontraba
con fuertes dificultades económicas, entonces entre los espacios de tiempo de
la Paz establecidas en los Tratados de Riswick (1695) y el Tratado de Aranjuez
(1777), los franceses en nombre de la Paz tomaron Palmo a Palmo los espacios
hasta llegar a los límites que tenemos según Tratado Fronterizo Dominico-haitiano
del 1929.
Este
preámbulo nos sirve para entender hoy en día, similitudes y experiencias
parecidas que nos llevaran a entender sobre la importancia de mantener la presencia y la cultura de nuestra
dominicanidad en todos rincones fronterizos de nuestra nación.
Los
elementos constitutivos de la cultura de los pueblos
Para algunos
hablar de cultura de un pueblo, no es más que hablar de “todo su quehacer” y
para esto es constituido por todo lo
material capaz de ser realizado por un
pueblo. Así que sus valores y actitudes quedan circunscritos dentro de este
concepto. Es decir, que forman parte de la cultura de un pueblo su lengua, su
música, su religión, sus costumbres, sus hábitos, etc.
Según los
estudiosos del fenómeno nacional como Gellner o Hobsbawn como los refieren
Jesús García Ruiz y Federico Figueroa (2007) en su artículo sobre “Cultura,
Interculturalidad, y Transculturalidad”, las naciones surgen bajo una fórmula
cultural en la que los pueblos recuperan su memoria bajo un proceso intelectual
que incluye principalmente la conformación de una lengua, para luego pasar a la
composición política y que puede conllevar generalmente al uso de las armas. Es
decir que las expresiones culturales constituyen un cuerpo representativo que
proporciona un estado de conciencia colectivo convirtiéndose en lo que llamamos
una identidad cultural.
Estos
estudios sostienen que dentro del proceso evolutivo de las naciones, una vez
alcanzada su identidad cultural procurarán forjar su independencia,
constituyéndose así en Estados Soberanos. Posteriormente es necesario que
ocurra un proceso de nacionalización mediante el uso continuo de simbologías
que inciden en la conciencia nacional, forjándose el nacionalismo. Entender
este proceso, junto al factor geográfico le da esencia al entendimiento de la geopolítica.
La cultura es
esencial para entender todo proceso conflictual entre naciones, porque en sus
razones se encuentran las frustraciones y ambiciones que desembocan en
conflictos y posibles conflagraciones armadas. La cultura de los pueblos, es
dinámica y en ella interactúan los individuos con sus experiencias,
entremezclándose desde la identidad nacional hasta sus aportes individuales a
la conformación transformadora y dinámica de la misma.
Los
investigadores A. Kroeber y C. Kluckhohn
(1952), después de analizar 164 definiciones de cultura, llegaron a la
conclusión de que cultura es “la manera estructurada de pensar, de sentir y de
reaccionar de un grupo humano, adquirida y transmitida, sobre todo por
símbolos, y que representa su identidad específica: incluye los objetos
concretos producidos por el grupo. El corazón de la cultura está constituido
por ideas tradicionales y valores que le están asociados.”
En una
aproximación del tema, C. Kluckhohn y E. Strodtbeck (1961) reclasificaron de
nuevo la definición de cultura en “un sistema de significaciones relativas a
las mentalidades, a los ritos, a los instrumentos de comunicación, al lenguaje,
y a las técnicas, a los productos, a las instituciones, a los valores, que
caracterizan a un grupo determinado confiriéndole una identidad propia y
diferente de otras entidades humanas”.
Conocer hoy
en día el concepto de cultura es esencial para conocer las razones que
conllevan al conflicto, pero además las acciones de los “actores,
organizaciones e instituciones” que procuran control e influencias de las
esencias o sentidos, o los valores esenciales de la misma cultura. Por tanto
las estrategias y finalidades de dichos actores toman como objetivo y como
blanco estos sentidos propugnando por cambios culturales en pro de sus propios
intereses[1].
Cultura
y territorio
La cultura se
desarrolla y se comparte en una comunidad o grupo social, es decir, que esa
misma cultura particular de una comunidad, interactúa con la cultura universal.
La cultura según sus niveles de interacción puede ser cultura nacional,
regional, cultura religiosa, etc. Desde la perspectiva antropológica, la
cultura es un proceso universal, pero con realidades regionales y locales específicas,
(J. García y F. Figueroa, 2007), por tanto cada grupo humano tiene una cultura
única, pues posee un mismo territorio, una misma lengua que permite su
desarrollo.
Para el
sociólogo Levi-Strauss la cultura es “todo conjunto etnográfico que desde el
punto de vista de la encuesta de terreno presenta, en relación con otros,
diferencias significativas cuyos límites coinciden aproximadamente”
(Levi-Strauss, 1958: 351). Este define que en la cultura inciden medios que la
construyen, siendo una realidad empírica, histórica que se manifiesta a través
de una permanencia y temporalidad a la vez, existiendo todo tipo de interacciones
que conllevan a los cambios.
La
Identidad Cultural de los pueblos
Según la
filosofía se puede definir el principio de identidad como el primer principio
del pensar, definido como aquel contenido lógico que es igual a sí mismo
distinto de los demás.
La palabra identidad
proviene del latín identĭtas, -ātis y según el
diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española, consiste en el conjunto de rasgos propios de un individuo o de
una colectividad que los caracterizan frente a los demás, también lo define
como la conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta de las
demás. En el mismo contexto podemos determinar que posteriormente en la
colectividad existe una conciencia de sí misma en la que se ve distinta también
a los demás.
Es decir, se
sobreentiende que en los rasgos colectivos de un pueblo se encuentran atrapadas
la expresión cultural y la conceptualización de la llamada cultura de un pueblo
bajo con una base de conciencia de sí mismos. La diferencia conceptual entre
cultura e identidad, se encuentra en la
“conciencia colectiva” que se tiene de los rasgos propios en la identidad, la
que define en sí la distinción con la cultura. Es decir, que inclusive la
territorialidad forma parte de la conciencia de la identidad cuando existe el
Estado-Nación.
La nueva
concepción de identidad implica la deconstrucción del concepto homogéneo de
cultura, lo que nos lleva a asumir el concepto de identidad como “formas de
existencia social, estrategias exógenas, historia, memoria, política, experiencia
personal, y estrategia individual o de grupos que se encuentran estrechamente
imbricadas” (J. García y F. Figueroa, 2007).
Para los pueblos esta identidad o
estado de conciencia nacional es la que además de anteceder a la adquisición de
soberanía, también incide después al forjarse su independencia, y es donde
realmente se empieza a constituirse el asunto más conflictual. Es decir que
antes y después de la adquisición de soberanía o independencia, se empiezan a
visualizar los conflictos en virtud de los intereses colectivos particulares de
los pueblos. En la red identitaria es
donde radican los criterios de igualdad de un mismo pueblo no importando
su diversidad que lo diferencia de los
demás.
Aunque es en los espacios políticos
donde se definen los asuntos de
soberanía e independencia, no debemos soslayar las diversidades y pluralidades
culturales de las sociedades modernas (J. García y F. Figueroa, 2007), ya que
éstas son contenidas por las identidades nacionales y éstas a su vez han
incidido e inciden constantemente en los procesos conflictuales de los pueblos
por razones de soberanías.
Debemos ser enfáticos en aclarar que
la cultura no es el único componente
de la identidad, sino que hay otros elementos que interactúan en la
construcción identitaria, en la que debemos mencionar al mismo individuo, que, con toda la carga de su
ser (su realidad y condición psicoculturales), forma parte de otro elemento
identitario, el grupo o colectividad.
Los elementos identitarios dominicanos
más representativos son su lengua (el español), su religión (predominantemente católica)
y una cultura étnica variable o mestiza. Es necesario enfatizar que la
identidad de los pueblos cambia aunque no la esencia. Sin embargo, hay que
entender que “la cultura como significante es amplia, no solo tiene que ver con
identidades sociales, sino también institucionales” para que sea capaz de
servir como ente transformador. Es una condición a la que no podemos renunciar
ni evadir. Es por lo que el estudioso del tema, Erick Erikson (1968), se
refiere a la identidad como que es inconmensurable, y omnipresente[2],
que ha decir de otro estudioso, León Wieseltier en su libro Kaddish (1998), se
refiere a que la identidad es como el pecado que por más que quisiéramos
librarnos nunca podremos librarnos de ella. Estas aseveraciones nos hacen
concentrarnos en una definición de la identidad como la autoconciencia de que
yo (o nosotros), tengo (o tenemos), cualidades diferentes como ente que me
diferencian de ti o (a nosotros de otro grupo).
La
educación y su incidencia en la
identidad nacional.
Tradicionalmente
se concebía el nacionalismo en el marco de la concesión Estado-nación, o sea
como un asunto establecido exclusivamente estático a partir de lo étnico desde
un tiempo de surgimiento remoto y una limitación territorial y todo ello
caracterizado por la invariabilidad. Sin embargo existe una nueva concepción de
la nación como una comunidad política imaginada y a la nacionalidad como al
nacionalismo como artefactos culturales (Anderson, 1983).
De manera que estos conceptos
implicaban que la nación construye su propia identidad nacional de igual manera
se concibe que la misma sea inventada. Anderson define la identidad nacional
como un concepto que se construye social y culturalmente y por tanto
significando que existen diferentes experiencias de nación. Dicho proceso de
construcción de la nación implica la realización de rituales colectivos y
practicas simbólicas creando de esta forma una conciencia de pertenencia a una
nación (Hobsbawn, 1983).
Los símbolos y rituales no solamente
incluyen monumentos, conmemoraciones, sino que además incluyen lugares de
memorias y cualquier otro medio que sirva para representar las diferentes
visiones de la nación que ayuda a las personas a representarse en la nación y a
constituir la comunidad nacional. Estas nuevas concepciones han ayudado a
partir de las líneas de estudios a aplicar medios de educación que incida en el
proceso de formación de la identidad nacional, incidiendo en la educación desde
la enseñanzas tradicionales geografía, historia, lengua nacional, educación
moral, que implicaban el despertar de los sentimientos nacionales.
Hoy en día con las nuevas tendencias
investigativas del tema se procura interpretar el funcionamiento del
nacionalismo desde arriba hacia abajo incluyendo planteamientos en este sentido
que se incorporen al currículo académico e incidan directamente en la nueva
concepción del nacionalismo. Mientras Anderson habla de la comunidad imaginada
Hobsbawn habla de la invención de la tradición y ambos establecen una relación
entre nacionalismo y educación implicando una naturaleza distinta de los
colectivos a los cuales son dirigidos, ejemplo: categoría de género, clase
social, religión o cualquier pertenencia ha determinado grupo sociales.
Un Informe del Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dice que las provincias de la zona fronterizas tienen los
índices más bajos de alfabetismo, (En Monte Cristi 19 % de las personas con más
de 15 años son analfabetas y en la provincia Bahoruco el analfabetismo entre
los adultos corresponde a 30 % por encima de las demás provincias del país). Es
preciso mencionar la gran importancia que tiene el papel de la historia y de la
lengua en la formación de los elementos constitutivo de una identidad común y a
su vez los rituales y simbología que merodean a su alrededor.
Por tanto, el lenguaje escrito se complementa
con lo iconográfico. En tal sentido las Políticas Públicas de Educación
fomentan no solo el numero aulas donde impartir nuestro idioma español; sino
además asienta con ello las bases de la identidad nacional al enseñar el
idioma, la religión y los símbolos de la nación estableciendo “faros” para la
inclusión social de los habitantes de la
zona fronteriza.
La
Cohesión Territorial
Definiremos entonces como Cohesión Territorial a la distribución de forma equilibrada de las
actividades humanas en todo el territorio,
dentro del Desarrollo sostenible de los Estados. Las Políticas Públicas
nacionales son dirigidas a la consecución a largo plazo del Desarrollo
Colectivo y equitativo de la nación Dominicana,
Por
lo que la Constitución de la República,
en la Sección I de los Principios Rectores de la Nación (Articulo 217) y la
Estrategia Nacional de Desarrollo (Ley No.1-12
END) a treinta (30) años, en el
Articulo Cinco (5), fomenta la Cohesión
social y Territorial adjunto a las valoraciones fundamentales del
desarrollo colectivo, equitativo de la Nación Dominicana. De igual manera, en
el Segundo Eje sobre lineamientos que procuran una Sociedad con Igualdad de
Derechos y Oportunidades es necesario lograrse la Cohesión Territorial
(Articulo 8), a fin de la consecución de los objetivos estratégicos nacionales.
Con tales fines es abordado en el Objetivo
General 2.4 sobre Cohesión territorial con las
siguientes acciones:
·
Reducir
la disparidad urbano-rural e interregional en el acceso a servicios y
oportunidades económicas, mediante la promoción de un desarrollo territorial
ordenado e inclusivo.
- Establecer un Fondo de Cohesión
Territorial para promover el co-financiamiento entre gobierno central
y gobiernos locales de proyectos de inversión pública, con énfasis en los
municipios más deprimidos.
En el Artículo 14 sobre la Cohesión Territorial se
requiere para la realización del diseño y gestión de las políticas
públicas tomar en cuenta la cohesión territorial para que mediante
dichas políticas, se pueda fomentar
un “desarrollo territorial equilibrado” a través de la “infraestructura, los servicios y
capacidades” necesarios que requiere el
desarrollo de las “regiones y los municipios”
en conjunto hasta la misma frontera.
En Objetivo General 2.7 sobre Deporte y recreación física para el
desarrollo humano se requerirá Promover la
cultura de práctica sistemática de actividades físicas y del deporte para
elevar la calidad de vida.
Por lo que en miras de garantizar la cohesión social y territorial se fomentara el “Fortalecer el Sistema de Planificación e
Inversión Pública” priorizando la asignación del gasto público, de los
proyectos de inversión, en “función de las necesidades del desarrollo
nacional”, bajo la primicia de la adecuada distribución territorial y poblacional incluyente hasta la frontera.
Dentro
del Objetivo Especifico (2.4.3) sobre Promover
el desarrollo sostenible de la zona fronteriza se procura “Propiciar el fortalecimiento de la
identidad cultural dominicana”, dentro de la diversidad poblacional de la zona a fin de lograrse la cohesión del territorio dominicano.
A modo de Conclusión la Republica
Dominicana debe proclamar la Prominencia de todos sus valores patrióticos en todo el
territorio nacional con una acción que cubra hasta la frontera
dominico-haitiana resaltando en sus anchas la dominicanidad.
La prominencia de una identidad
nacional tiene una expresión existencial en la unidad nacional y la conciencia
de una identidad de nación creada a
través del trabajo de un proyecto de nación que nace el 27 de Febrero del 1844
y que se proyecta en el tiempo consolidándose durante todo el siglo XX. Los símbolos
de nación de la República Dominicana
deben ser parte de la expresión existencial del Estado Nacional como
diría Samuel Huntington (2004).
De modo que el proceso no debe ocurrir
a la inversa donde los valores nacionales sucumben ante los valores de otras
culturas o subculturas nacionales de plena manifestación en las fronteras
territoriales. Proclamando a viva voz que la nación dominicana debe fomentar a
todo lo largo y ancho del territorio nacional incluyendo el área fronteriza, la
prominencia de los colores de sus
Bandera, su Himno Nacional y todo aquellos que diga YO SOY DOMINICANO !!
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